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CRISTINA

CRISTINA

Estoy aquí, escribiendo esto, porque tengo cáncer. Sin él mi recorrido estos meses habrían sido muy diferentes.
Mi ficha técnica es: Cristina, 41 años, afincada en Galicia (Ferrol, concretamente) y con un cáncer de mama hormonal luminal B.

Tu abuelo tuvo cáncer, la tía de tu ex murió de cáncer, la prima del pueblo, el padre del jefe, la vecina del tercero lleva pañuelo y no tiene pelo… estas son situaciones con las que nos encontramos a diario, convivimos con ellas. Las vemos, murmuramos, animamos, acompañamos… pero no nos enseñan, no nos preparan para el día en el que te dicen: «tienes cáncer» y miras tras de ti, a ambos lados, buscando a la persona a la que van dirigidas esas palabras. Porque el cáncer es cosa de los demás, te crees inmune.
Tener cáncer, TENER CÁNCER… no, eso no va a pasarte.

Hay miles de formas de enfrentarse al diagnóstico, tantas como pacientes. Y ninguna es mejor que otra… Y pacientes hay muchos, muchísimos. Las salas de espera están llenas, los hospitales de día… te toca la enfermedad y empiezas a ver otras vidas, silenciosas, apenas conocidas.

El día H de «Habemus cáncer» dormí como hacía tiempo que no dormía. Me fui a la cama pensando que de mañana no iba a pasar, que fuera lo que fuera iba a tener los resultados delante de mi y la incertidumbre se acabaría. Te imaginas ese momento en la consulta de muchas maneras diferentes… y tenemos tendencia a irnos por el peor camino. Hay personas que entran pensando que no va a ser nada y otras que creen que van a salir de allí con un cáncer en estadio IV. Aquí no hay término medio. Nadie piensa en un cáncer tratable, nos movemos en los extremos. Mi pensamiento era que lo mío iba a ser muy malo, sin tratamiento. Vamos, que me moría.
Siempre fui acompañada a las consultas, pero entrar, entraba sola. Pensé que era una forma de centrarme en mi, y no preocuparme en la reacción de los demás.
Así que abrí la puerta y entré.
«Tienes cáncer».
Podría decir que me quedé en estado de shock, que grité, lloré o me reí… aquí cabe cualquier cosa. Todas diferentes, todas iguales. No importa. Fueron, son y serán nuestro primer encuentro con la enfermedad. A mi lo que me pasó es que me vino una imagen de mis hijos a la cabeza. Y un pensamiento directo, crudo: «¡qué jodido es morirse cuando eres madre!».
Mi pregunta fue: «vale, y ahora ¿qué?»
El médico que tenía ante mi fue muy hábil, muy rápido. Empezó a hablarme del nombre de mi cáncer, de su estadio, de los posibles tratamientos. Y yo respiré. Y respiré mucho, hasta sonreí. Había entrado muriéndome en la consulta, y salí con esperanza y tiempo.
Analizando todo esto a toro pasado, creo que lo que hizo que saliera de allí como si me hubiese tocado un pellizquito en la lotería, fue centrarme en el tratamiento. Me tocó asumir el diagnóstico en unos segundos; esos resultados que decían que mi cuerpo me estaba envenenando. Pasado ese trance, me puse a trabajar. Yo quería saber qué hacer… operaciones, pastillas, posible quimioterapia, radio… porque cada una de esas cosas era, es TIEMPO. Ni siquiera pensé en todos los daños colaterales que lleva implícitos un cáncer y su tratamiento. Me daba igual tener pelo o no, tener teta o no… yo solo quería tiempo. Solo quiero TIEMPO.

A ti, que estás empezando en todo esto, y que no sabes hacia dónde te va a llevar: asumir que el cáncer te ha tocado es mucho más fácil cuando te pones en modo práctico: en marcha, eliminar el tumor, informarse, empezar un tratamiento u otro, buscar apoyo, una guía… Céntrate en ti, en lo que necesitas y en lo que te ofrecen.
No hay una fórmula mágica, o no la conozco. Solo sé lo que yo hice, hago… lo que me está ayudando. Mi cáncer es otra parte de mi vida, que ha entrado con fuerza porque condiciona muchos aspectos de mi día a día. Citas médicas, pastillas, malestar, cambios… Pero el cáncer no me define. Mis metas siguen siendo las mismas, pienso menos a largo plazo e intento encontrarme todos los días frente al espejo.
Y sí, da miedo. Tienes una sombra pegada a ti para el resto de tu vida. Yo estoy aprendiendo a entenderla y no me castigo el día que todo se desborda. Pasas de sentirte perdida a estar eufórica… es una montaña rusa. He aceptado que esto es así y no peleo por cambiar algo que escapa a mi control… peleo por estar aquí mañana.

¡Muchísimas gracias Cristina por compartir tu historia!

Podéis seguir su día a día en su instagram: @godsavethetit

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